¿Pregón o sermón?

La Semana Santa de 2008 será una de las más tempranas posibles por el asunto del calendario y los ciclos lunares; y los cofrades, siempre previsores, nos preguntamos si este año nos pillarán las parihuelas con los turrones en la boca. En años así, todo se adelanta, desde los pequeños rituales personales cuando ya asoma la Cuaresma hasta los actos oficiales de eso que se da en llamar Curso cofrade. No es extraño que se vayan dando a conocer fotos para carteles oficiales, provocando la guasa entre la gente (“no ha nacido aún y ya lo estáis matando” dicen). Y en ese orden de cosas, ya conocemos al pregonero de la próxima Semana Santa de Almería.

No es tan raro, por tanto, que por noviembre andásemos hablando ya de quien habrá de contar las maravillas de nuestra Semana Santa y exhortar al pueblo a que conmemore la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Pero algo más extraño resulta el nombre que se nos propone. Quizá no tanto extraño, como llamativo, puesto que el encargado de tal tarea no es otro que Monseñor González Montes, Obispo de Almería.

Por sí solo, un nombre no dice nada. Es evidente que Monseñor es tan válido como cualquiera. Como cualquiera que sea válido, se entiende. Es una persona que en estos años ha conocido nuestra Semana Santa, la ha vivido y puede hablar de ella. Es culto y ameno. Está en contacto con su diócesis y se ha preocupado por dar una imagen de cercanía hacia el mundo cofrade. Ahora nos hemos acostumbrado algo más a su presencia durante las estaciones de penitencia, pero recordemos el impacto que supuso verlo a pie de calle al paso de una procesión. O la primera vez que se le vio asomado al balcón del Palacio. Todos estos detalles que hoy nos parecen tan normales, hace algunos años eran impensables, así que hay que reconocer el interés.

Algunas dudas surgen, en cambio, ante esta elección como pregonero. Darle un atril a quien ya tiene púlpito puede ser un mal comienzo porque la Semana Santa es ante todo una expresión de la religiosidad popular. Es el pueblo cristiano el que se organiza en hermandades, es el pueblo el que saca los pasos a la calle y el que los ve caminar. La relación con la jerarquía de la Iglesia es necesaria, pero puede interpretarse mal que sea el propio obispo el que nos diga eso de “almerienses, salid a la calle, vivid la Semana Santa”. No nos es desconocido que el paternalismo eclesiástico no es siempre bien recibido.

Cabe plantearse por otra parte, que las alternativas parecen cada vez más agotadas para la Agrupación de Hermandades y Cofradías. Mientras que por una parte las propias hermandades sí parecen estar en constante proceso de renovación, como acredita el hecho de que se incorporen cada vez más miembros jóvenes a las juntas de gobierno, no parece ser ese el camino seguido por la Agrupación, cada vez más enrocada en sí misma. Con honrosas excepciones, los pregoneros de los últimos años venían precedidos del cartel de “ya visto” y dejaban la sensación de que no había más cera que la que ardía. Y eso no es así. A veces se hace necesario arriesgarse y hacerse a un lado para dejar paso, tener afán por renovarse y enseñarnos otras caras –y otras voces- que no sean las de siempre. Desde ese punto de vista, el obispo es una cara nueva y se agradece que tenga algo que decir. Pero ¿es ese el camino de la renovación?

En cualquier caso, no conviene hacer juicios apresurados. Soy partidario de que a los pregoneros se les juzgue por sus pregones, no por sus credenciales. Personalmente confío en que Monseñor González Montes sabrá glosar bien la esencia de la Fiesta y es de esperar que sea un pregón de altura. A priori no hay que esperar necesariamente que nos encontraremos ante ideas más espirituales que materiales, o pensar que pueda ser un pregón más cultual que cultural. En un mismo pregón caben muchos pregones y la única duda residirá en si Monseñor sabrá salirse de ciertos clichés litúrgicos. En la medida en que los evite, viviremos una buena mañana como preludio de los días que todos los cofrades esperamos con tanta ansiedad.